por: José Mármol

Anunciado el estado de emergencia nacional y el confinamiento a mediados de marzo en República Dominicana, sentí una sensación de angustia en los amigos, relacionados, familiares y en la población. El pánico, por la presencia en nuestro suelo del nuevo coronavirus SARS-Cov-2, que provoca la enfermedad Covid-19, nos produjo pánico. De hecho, los primeros días de encerramiento parecían llevarnos al paroxismo. Entonces,  pensé en la necesidad de alzar un clamor por la solidaridad con los que estamos confinados en nuestros hogares, por aquellos que están aislados en viviendas y en centros de salud, por aquellos cuyos familiares se encuentran en cuidados intensivos, por quienes, como héroes, tienen que arriesgarse para mantener rubros de producción y servicios en la sociedad, por los médicos y enfermeros, militares y policías, y por todas sus familias, que los esperan ansiosos cada día, en fin,  para que encontraran en la poesía un aliciente, un hálito de esperanza, una forma emocional y estética de reafirmación de la vida, aun en tiempos aciagos. De ahí que, por motivación de mi esposa Soraya, decidiera emprender un movimiento que llamé “Decir poesía en cuarentena”, con motivo del Día Mundial de la Poesía, el pasado día 21 de marzo, que invitó a creadores y amantes de la literatura y el arte a colgar cada día en sus redes sociales la lectura, desde el calor de su hogar, de un poema, un pensamiento, un trozo de cuento o novela, para que la literatura sirviese de puente, en el ciberespacio, al imprescindible e impostergable reforzamiento de la esperanza en el futuro de la humanidad. En cuestión de horas, la chispa prendió un bosque de entusiasmo, y ya hoy han colaborado poetas y lectores de España, Estados Unidos, Portugal, Hispanoamérica y el Caribe hispánico. Ha sido una hermosa reacción de la gente, en sentido general, en un momento de catástrofe sanitaria de una sociedad que, por arrogancia de la revolución tecnológica y el progreso material, se creía inmune a una pandemia. Espero que, como aspiró Hölderlin, pese a toda esta tribulación, la poesía nos estimule, y para que, como Jorge Semprún, entendamos que el llamado de vivir ahora es resistir, resistir, resistir. Superada la crisis, volverán la cercanía y los abrazos.

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